Cuando tu vida no tiene sentido la quieres llenar de sensaciones.

Vale la pena saborear la frase porque tiene mella. Cuando la oí, la apunté. La pensé y dije…ah ya entiendo porque estamos en un momento de pandemia adolescente o ni siquiera esto. El adolescente adolece de si mismo y busca un sentido para salir de ese «estado» de inmadurez; pero hoy a la sociedad «le gusta» ser inmadura porque solo siente y no piensa. Hay que equilibrar cabeza y corazón. El corazón no solo sabe de sentimientos, tiene la gran capacidad de amar y eso lo arrinconamos. Amar no es una «sensación».

Hablamos de la felicidad como un sentimiento como una sensación de placer, bienestar y comodidad…y no es esto.

Queremos que los demás sean felices pero no sabemos que la verdadera felicidad (por eso escribo este blog) no es sentimental. Está basada en la verdad sobre mi mismo y mi realidad. No es cuestión de libertinaje y de hacer lo que «siento» y confundir un sentimiento con una realidad. Los sentimientos son variables en si mismos, cambian según cómo dé el sol. ¿Mi vida está basada en estas sensaciones? Arenas movedizas. No me extraña que se cambie uno de pareja, de sexo, de gustos, de amigos,de profesión…según el día que hace, y su estado de ánimo.

Volvemos al principo: Cuando tu vida no tiene sentido la quieres llenar de sensaciones.

Si tu vida se basa en tu estado de ánimo, es que te falta darle un sentido. La libertad no proviene de un sentimiento. La libertad es un acto de razón y voluntad, dónde pones el corazón, no la sensiblería. Cuidado porque es todo tan sutil como las fake news, pero nos lo creemos y tan contentos.

Pues no, tan contentos no. Usa tu cerebro y piensa que sentido das a tu vida desde que te levantas hasta que te acuestas sino, estás perdido, y te ahogaras en el hoyo profundo de «lo que siento».