EL COMPROMISO Y EL MIEDO

Estamos creados para vínculos permanentes. El miedo nos ha paralizado y no sabemos a dónde ir y tememos nos hagan daño. Estamos incapacitados para el compromiso por temor. Rompamos esa atadura y seamos libres para amar. ¡Aunque duela! Más vale morir amando que sólo en una cueva (sentido ficticio) o con la actitud de: para que no me hagan daño, lo hago yo.

No es fácil descubrir el error. No lo presentan desnudo, sino adornado con disfraces persuasivos, tan persuasivos, que parecen la verdad siendo mentira. El que hoy se valore más lo inmediato que lo perenne, no quiere decir que la capacidad de compromiso no exista.

Por eso vivimos engañados. Nos han dicho que amar esclaviza. Que tu tiempo es solo para ti. Que una relación es buena, si te sirve. Que el sexo no tiene que ver con el amor, sino con el placer. Que no dependemos de nadie ni de nada.

El utilitarismo de hoy frena las relaciones verdaderas. El amor no siempre es hacer cosas por el otro, es tenerle presente. Escucha, disponibilidad, atención, delicadeza. La maravilla del tiempo. Estas relaciones de amistad verdadera o de amor ( paternal, maternal, filial, conyugal, de noviazgo) llenan el corazón con una plenitud inigualable y nos hacen decir: bendita dependencia. He nacido para compartir. He nacido con ojos para ver a los demás. El corazón no se lo llena uno solo.

Aprovechemos este verano para estar, compartir y llenar el corazón de vivencias que valgan la pena. Vivencias de haber sido capaces de mirar alrededor y dejar algo por la sonrisa de alguien.

¿Dependiente yo? Pues si bendita dependencia que te hace salir de ti mismo para mirar con profundidad a los ojos de los demás, sin buscar nada más que su felicidad.