
Cuando mi bienestar sea más importante que la verdad y la justicia, entonces entraré en el reino de la mentira y el vacío de la infelicidad.
No hacer el mal es bueno; pero no hacer el bien, es malo. El verdadero amor debe llevar a hacer el bien, a ensuciarte las manos por amor al otro.
Cuidado: puede existir la voluntad de no «entrometerse» en las cosas de los demás. Y nos creemos que aceptamos y respetamos. Pero esto no es bueno, porque el amor «se expresa haciendo el bien». No podemos ser indiferentes cuando queremos a los demás.
Lo invisible, lo que no se ve: el cariño, el tiempo, la dedicación, la ocupación, el sufrimiento, el acompañamiento, las sorpresas, el estar pendientes… son el verdadero amor. La indiferencia, disfrazada de «libertad», es la gran mentira, la gran estafa de nuestra manera de vivir.
Aunque a veces una manera de «estar» es invisible: «la aparente» inactividad (o indiferencia hacia el otro), que NO LO ES. Es cuando una situación lo requiere, porque sólo se puede dar cariño y rezar, quien lo haga. Y esto tiene un valor infinito aunque no tenga forma de activismo.
La afabilidad, nos lleva a hacer la vida más grata a quienes vemos todos los días, en esos detalles invisibles PERO que hacen la vida MÁS feliz cada día.
El bien no hace ruido. Se construye con paciencia y perseverancia.
A por ello!