La felicidad hay que «currársela», no cae del cielo. «Es compatible con todas las emociones, incluso con la tristeza o el duelo, porque es un «estado» de plenitud de vida».
La felicidad no es en sí un sentimiento aunque puede ir acompañada de diferentes emociones, e incide en el plano emotivo afectivo de la persona.
Decimos que se CONSTRUYE porque intervienen, como en un buen cóctel, dosis de razón, voluntad, emociones y capacidad de amar. Y esto se ha de trabajar para conseguir paso a paso….esa FELICIDAD que da plenitud a cada momento de nuestra vida.
No podemos confundir estados de plenitud como FELICIDAD Y AMOR, con sentimientos de quita y pon. A amar se aprende amando y amando somos felices.
Por ejemplo: En la vida matrimonial, larga, cotidiana, exigente, no se puede quedar uno en perpetuo estado de enamoramiento. Se exige alcanzar la plenitud del amor, de tal forma que el enamoramiento que no se eleva al plano del amor corre el riesgo de confundir a la persona «amada» con el sentimiento que provoca, y no pocas personas acaban enamoradas de «estar enamorados», lo que supone apreciar al otro como algo bueno «para mí», siendo yo el centro de interés y el otro un mero instrumento, necesario para satisfacer ese interés.
Eso pasa cuando vaciamos de contenido las palabras y las vanalizamos. Entonces hablamos de AMOR Y FELICIDAD de manera frívola cuando son palabras con un contenido profundo porque viven en lo más profundo del corazón de la persona.
Sólo es feliz el que AMA de VERDAD. El que sabe empatizar y comprender y darse a los demás.
Una vida sin amor es una vida infecunda. Es una vida infeliz.
Ya tienes -tenemos- la clave….¿A que esperamos?.