He sacado ideas de un libro que estoy leyendo.

Siempre pensamos que el lujo está en las cosas, en tener muchas y ostentosas. Pero aunque lo parezca, no lo es. Son espejos que nos engañan. El verdadero lujo son las «cosas» que llenan el corazón: el amor, la amistad, las personas.

Vivir desprendido de las cosas materiales da al alma una gran libertad y permite al corazón estar donde importa. No se trata de despreciar los bienes materiales, pero se trata de llenar el corazón con pesos duraderos.

El corazón, la razón y la voluntad han de trabajar juntos. Cuando el sentimiento no tiene raíces y es un «puro sentimiento» no dirigido al amor, fácilmente cambia.

La amistad es un lujo.

Por eso hace falta dedicar tiempo, encontrar espacios de convivencia donde conocerse, compartir, dialogar, divertirse juntos.

Quizá la clave esté en redescubrir qué significa la amistad, mostrar cuáles son sus manifestaciones concretas. Predicarla, no solo con la palabra, sino con la vida: con la compresión, el interés, la escucha y el servicio. En definitiva: volver a poner la gratuidad en el centro de las relaciones, no el mero interés.

Es un lujo un café sin prisas, un paseo para conversar, una cervecita con historias que contar, una llamada de teléfono en el momento más necesario, un WhatsApp de cariño, una visita inesperada de aquel amigo que hace tiempo que no ves. Es un lujo tener amigos. Es un lujo saber que te corregirán cuanto cruces la línea, que te abrirán horizontes para que crezcas, y que estarán ahí para recogerte cuando caigas.

¿Qué tienes en el corazón cosas o personas? Cuida de que llenas tu corazón porque es de lo que llenas tu vida.