En un mundo donde se habla de éxito o fracaso creamos personas exitosas o fracasadas. ¿Según que criterio? ¿A qué precio?
El error de la eficiencia. No todo lo eficiente es válido. No todo lo exitoso es bueno.
No hay fracasos. Es aprender, crecer y aprender es…
Tener madurez para decir ‘me equivoqué’.
Tener la osadía para decir ‘perdóname’.
Tener sensibilidad para expresar ‘te necesito’.
Tener capacidad de decir ‘te amo’. Y darlo todo por ese amor….
Cada fracaso, mejor «aparente fracaso», es un trampolín si lo sabemos utilizar para levantarnos, y aprender.
Sabrás más de lucha, de tenacidad, de reconstrucción, de sanación.
Comprenderás la adversidad y la dificultad. La limitación. La poquedad. La misericordia. Serás más capaz en ponerte en los zapatos del otro.
¿Todavía crees que fracasas? Creces, y ayudas a crecer a los demás con tu experiencia.
Cada «fracaso», una oportunidad. ¿Te quedas clavado en la silla lamentándote o te levantas de un salto para volver a empezar?.
Ah y después hay los fracasos que determina la sociedad que lo son porque no «casan» con lo socialmente establecido.
¿Por qué soy un/a fracasado/a por dejar una oportunidad laboral para cuidar a un hijo (padres, cónyuge, etc) enfermo? …
¿Por qué soy un/a fracasado/a social por dedicar mi vida a Dios o a labores sociales?…
Da que pensar que criticamos lo que nos da envidia, lo que admiramos y no seríamos capaces de hacer. Vaya…que poquedad la nuestra.
¿Todavía crees que fracasas?